Con visión difusa y trastabillando,
desanda el hombre la callejuela.
La luz tenue de los faroles
le recuerdan trazos de su niñez
y aún con sangre sobre su ropa
escapa del mundo y emite risas…
Trastabilla una vez más
y ve claramente la escena,
un choque de corriente recorre su médula espinal de punta a punta
y sin querer despierta los sentidos,
se ve torpe, ebrio y frío,
arropado por su desgracia
y esa realidad maldita
de la que quiere escapar.
Ve impaciente el callejón,
tan sucio y solo como esperaba,
tan oscuro y tan perfecto
para su intención premeditada,
tan congruente con sus manos
y las balas de sus ganas.
Se acerca rápido hasta el fondo
mano al suelo, no ve nada
y llora solo su desdicha
de derrotas no olvidadas
Bolsillo cómplice,
mano amiga,
desdoblado paquete,
polvo enrojecedor;
viaje infinito poco saciado,
mirada sin rumbo,
rabia en las venas;
decepción palpitante,
futuro incierto..
Cañón cargado
e impaciente,
fé en el suelo,
sollozos sin sol;
lastima propia vergonzosa,
frío doloroso,
decisión tomada.
Resorte halado finalmente,
ruido seco, ensordecedor
nubes fuera de su vista;
ya no siente la lluvia,
no se ríe con el pasado,
no describe su dolor.
Estefania Lourenco.
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