miércoles, 17 de febrero de 2010

Barinas, 11/09/09

Tic tac, tric trac no escucho el viento, tic tac, tic tac ves, ahora no ves, tic tac, tic tac luz, tric tac oscuridad, tic tac hay risas, tic tac todo es confuso, es extraño, hay gritos, es rápido!…tic tac, tic tac, ves...ya no ves..Alejado de tratarse de un reloj y con ganas de retar al destino, carcajeamos la jugada sobre esa montaña rusa que nos llevo a la adrenalina que probablemente no conseguiríamos en Disney World y que se volvió indeseable incluso antes de que comenzara la insofacta agonía que se volvió eterna en ese vaivén de subidas y bajadas que pudieron tener un final mas entretenido pero los titulares no lo quisieron así. Mis manos apoyadas y mis ojos abiertos, saborearon por completo ese panorama que desde esa vez me quita el sueño en ocasiones y se vuelve detestable el pensamiento. La hierba finalmente descubierta, dibujo tarde su presencia y a pesar del frenazo urgido, nos arropo profundamente, aprovechándose de mi desgraciada retina, mi desesperación comprimida que me golpeó contra la realidad después de un grito liberador y esa falta de intuición o exceso de confianza, que no me dejo actuar antes y detener la terca rebeldía contra la razón. Los zapaticos de goma dejaron sin querer (o tal vez queriendo), su impresión sobre las piedras pegadas y ese borde duro que las delimita y que perdió parte de su integridad, finalmente aguantaron la pobreza de cultura de un sin numero de gastos olvidados (un montón de objetos) que a manera de control de calidad, estaban arrojados justo frente al involucionado avance; sin movimiento, balbucearon mis zapaticos que no me hablaban, patinaban, no avanzaban, ya no eran gordos y estaban sucios... No tome agua pero sin embargo el marginado riachuelo se reía en mi cara, tanto el como yo sabíamos que la sombra de arriba no me dejo mojarme, cosa que ignore (el riachuelo marginado claro esta) hasta que la luz reflejo la presencia de agua a mi lado y mis pensamientos crecieron trabajando en la posibilidad de que si las cosas no hubiesen pasado como pasaron, entonces quizás y solo quizás se hubiesen mojado mis zapaticos de goma, golpeados, sucios, flacos para entonces y probablemente hundido (admitiendo mi enemistad con la hipérbole) algo mas..La melodía había cesado y un silencio excesivo acompañado de oscuridad plena, se apoderaron de la situación disparando directo a la calma y al futuro.La presencia de dos apellidos bordados sobre un pedazo de tela, vieja por el uso, camuflajeada por el deber, al principio perturbadora pero finalmente oportuna, devolviendo la confianza y la calma forzosamente vendida minutos antes. Ya con la medida exacta de los dedos sobre la frente y ante la seriedad de la situación, resultaron inútiles las vías de escape telefónico que cada vez eran más absurdas y decepcionantes. En medio de las lastimosas miradas, reapareció la sombra (a la que no le gusta el agua ni las vueltas de las montañas rusas, Amén!), se escucho un ”alo” por enésima vez y un “voy para allá” por primera vez que calo dentro de la hermandad improvisada trayendo respuestas, trayendo fe! Y luego de conversaciones, decisiones y acuerdos, montamos la responsabilidad a cuestas y frente a un juzgado previamente esperado, fue puesta nuevamente en el lugar del GO!. Al cabo de unas horas, devolvimos los zapatos, gordos otra vez! Con sabor de aventura en las venas y asuntos aun por resolver, se disuelve la hermandad improvisada que quedo grabada en la memoria y los integrantes despertaron de esa historia que al mismo tiempo todos soñaron…

Estefania Lourenco.

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