Este oficio que condena y me desata,
a liberar tensiones recordadas tras la puerta,
a contar cuentos de lo vivido,
a describir las casas, las calles, las piedras, la luz.
Este oficio que condena y me desata,
a llorar de rabia si es preciso,
a cerrar ventanas si hace frío,
a quedarme en casa y leer un libro.
Este oficio a veces vagabundo, a veces glorificado,
a veces masoquista, a veces extasiado,
a veces pesimista, a veces luchador;
me condena hasta los huesos como borla de café,
me libera hasta la médula cuando lleno ese papel.
Este oficio quita sueño,
criptonita de domingos y recuerdos,
telescopio futurista,
interruptor de deseos,
que me empuja si flaqueo,
me levanta la mirada
y me enciende el corazón.
Maldito oficio siempre estas,
a cada hora y en cada lugar;
Bendito oficio no te vayas jamás,
quédate en estas hojas,
en estas manos,
en estas ganas
y sigue dándole sentido al caminar
para no ser borrego como los demás.
Amado y bendito oficio,
no te vayas,
quédate un rato mas..
Estefania Lourenco.
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