Esas cuatro paredes,
asesinas infinitas
expropiadoras de almas,
transformadoras de cuerpos;
inertes de vida,
carentes de afecto,
vacíos e insensibles
ahogados en recuerdos.
Esas paredes que se tragan los gritos
cortan la voz
rompen esperanzas
y flaquean la fé.
Basura bien pagada
deudas infinitas
compradores de instantes
polvo enrojecedor;
alegría fugaz
marcador de destino
retorno a la realidad
miseria y desolación.
Paredes de historia
barrotes de lágrimas
suelo de dolores
baños de traición.
Exacto el reloj
perfecta la noche
huella silenciosa
deyabú palpitante;
inspiración acelerada
presencia inesperada
puñal inocente,
cambio de planes…
Estefania Lourenco.
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