viernes, 31 de diciembre de 2010

Mérida, 26/10/2010.

Una pila de largas cajas
amoblaron el lugar,
fueron testigos de las noches
maquillando aquel rincón;
entre polvo y olor guardado
escondían toda la magia
que tan solo ahora en mi mente
puedo triste, recordar.

Escalaba entre los vértices
que me daban el sostén,
ascendía siempre sonriendo
a la cita del deber;
y felizmente sin luz
observaba el paraíso
que ofrecía la oscuridad
y el silencio en mis oídos.

Las pelotas y monedas,
las figuras y billetes,
eran parte del tesoro
e inventario semanal;
par de gorras, tres dibujos,
un cuaderno y algo más
son la historia de la infancia
que sonó en aquel lugar
donde nació todo este sueño
que ató mis manos al pensar.


Estefania Lourenco.

Mérida, 22/10/2010.

Mis zapatos deprimidos
ya cambiaron de color,
inmutados por lo visto
no respiran todavía
y aunque vida bajo el sucio
no parecen regresar.

Mis zapatos humillados
lloran solos su desdicha,
recapitulan inconscientes
y se hunden algo más;
no se quejan del dolor
de los pasos infinitos,
están muertos de tristeza,
decepción y realidad.

Mis zapatos punta blanca
no me quieren hablar,
asfixiados entre plástico
aislados a la fuerza,
separados de las cosas
que componen la maleta
del que viaja a punta de sueños
inocentes por completo
de la trampa y la traición,
la pérdida de tiempo,
el suicidio interno.

El cabildo indiferente
da silencio por respuesta,
y mis pisos confundidos
son turistas de la acción,
del desdén de los señores
que orquestaban la canción
y ese cambio de costumbres
que ocurrieron sin razón.

Mis zapatos auxiliados
ya cambiaron de color,
tocan cielo nuevamente
nueva suela, nuevo son.

Estefania Lourenco.

Mérida, 19/09/2010.

Ya cansada de sentir
Martha hoy jura viendo al cielo;
Cruz en mano hecha de dedos,
es testigo de su fe
y esa ocurrencia de no creer
alienta, ya absoluto, el caminar.
¿A dónde vas mirando el piso?
se pregunta ya en su andar.
A botar esta basura
par de tragos en un bar;
Ya instalada en esa barra
le resulta familiar
el olor y los cigarrros,
la tertulia y el llorar.
Se levanta tambaleando,
sus cabellos sin peinar
y se mira en el espejo
se lamenta una vez más.
“Ya no te quiero gran idiota,
ni tus chistes ni el cantar,
las estrellas que me diste
caducaron sin brillar.
Te regalo las sonrisas
que pescaste en mis pesares;
Hoy vendí todas las noches,
que compraste en restauranes;
Regale hasta los amigos,
que teníamos en común,
la tortuga y ese gato
los papeles del baúl.
Sin llamadas ni despidos,
no practico diplomacia;
Hoy me largo a mi ventana
a colores de mochila,
saco punta al carboncillo
y me olvido del reloj…
…de ti.
Ya cansada de sentir,
Martha hoy jura viendo al cielo…

Estefania Lourenco.

Colores, protagonistas del presente

Mérida, 9/10/2010.

Venezuela tiene alrededor de diez años en una lucha de colores, donde no hay villanos ni héroes, hay víctimas.
El pasado mes ejercimos en colectividad nuestro derecho al voto, digo colectividad porque más de las tres cuartas partes de los venezolanos fuimos protagonistas, pero existen unos tantos que ya no creen en el sistema de justicia. Todo este bombardeo de esperanzas recolectadas en urnas, no fue más que otro intento de encuentro en esta búsqueda desesperada de la paz.
Obtenidos los resultados, todo el país se sintió ganador y hacía ya bastante tiempo que no se respiraba este positivismo en las calles, independientemente de los resultados, ese domingo hubo sonrisas y un sabor añorado de esperanza en el café.
Ahora mismo no es necesario hablar de números, en enero del próximo año damos inicio a una Asamblea Nacional que nos representa a todos y precisamente esa totalidad es la tarea de su que hacer. Estos 165 diputados electos tendrán en sus manos una diversa gama de posibles futuros para el país y depende de ellos elegir el más acertado pero sobre todo el mas encajado a la realidad del ciudadano y cuando hablo de realidad me refiero a que no podemos soñar con un país seguro cuando hay más armas de un lado que de otro –malandros!- lo que evidentemente transforma este sueño en una palpable ridiculez.
Hace varios meses en rueda de prensa el gobernador del estado Mérida, Marcos Díaz Orellana, en presencia del rector de la Universidad de los Andes, Mario Bonucci y un grupo de estudiantes representantes de los diferentes partidos, emitió unas declaraciones que calaron dentro de la colectividad merideña, y fue el hecho de admitir que nunca había visto tantas armas juntas como las que actualmente hay en las residencias Domingo Salazar; esto causo gran impacto y ayudo considerablemente a aumentar su simpatía dentro de la ciudadanía pero no es esto de lo que quiero hablar, lo importante de la acotación es que incluso los líderes de las diferentes regiones ya están reconociendo –amén- la realidad que según mi opinión, es el origen del problema de inseguridad nacional.
En palabras del señor Julio Borges, diputado electo a la asamblea, uno de los oficios principales del nuevo período, será aprobar la llamada Ley de desarme, y el mismo Borges expresó que ya sea por vía pacífica o a la fuerza, había que desarmar a toda esta gente que causa estragos en la sociedad venezolana; sabemos que es una meta bastante difícil de lograr, pero ya basta de flexibilidades y alcahueterías, como lo dijo el diputado “si no es por las buenas, será por las malas”.
Básicamente lo que se quiere ahora de esta nueva colorida asamblea, es que se olvide de los colores y se vista de realidad, y en el mismo sentido trabaje, promueva y apruebe leyes con ideales positivos como el emitido por Borges y otros tantos más que nos den las soluciones y nos lleven a retomar esa anhelada calidad de vida que hace mucho tiempo se perdió.
Venezuela necesita respuestas, soluciones, necesita acciones contundentes y todo esto se conseguirá cuando dejemos de guiarnos por colores y nos guiemos por país; y cuando cambiemos de una vez por todas, esa mentalidad de trueques, facilismos, sobornos, cobro de comisiones por agilizar procesos, chismes y flojera. Es hora de que cada quien trabaje en lo suyo y deje trabajar a los demás. A medida que vayamos cambiando todos estos ítems negativos, seremos más correctos, más prósperos y más felices.
La nueva asamblea venezolana decidirá si el sueño anhelado de seguridad será una realidad tangible o seguirá siendo una utopía que finalmente acaba en burla y ridiculez.

Estefania Lourenco.